REFLEXIONES
Reflexión sobre el coronavirus y mi futuro
Raúl Aucejo Pérez (2ºD)
06/05/2020
Durante estos días de confinamiento por la Pandemia del Coronavirus, también llamado Covid19, he tenido tiempo para pensar en muchas cosas, tantas, que me parecía como una pesadilla que no iba a terminar nunca, y temiendo cada día que mi familia o yo pudiéramos enfermar. Cuando era mas pequeño,le decía a mi madre,que quería ser enfermero como ella,pero mas mayor me centre en lo que mas me gustaba y quería llegar a ser, “Futbolista”. Lo hacia muy bien y he llegado a jugar en un gran equipo en categoría autonómica. Pero el año 2020 me trajo una mala noticia, y mi sueño se rompió, cuando una lesión en la espalda me impidió seguir jugando. Así que, cuando empezó todo esto, y viendo trabajar a mi madre, volví a pensar en ser enfermero.
Ella ha trabajado mucho durante estos días,mientras casi todos estábamos en casa para impedir el contagio, salia a luchar contra esta enfermedad, cuidando que todos estuviéramos bien,hablando con las familias para que nadie se sintiera solo; siempre sin hora de vuelta a casa. Como mi madre dice: solo se puede ser enfermera si se tiene vocación. A ella siempre le ha encantado su profesión, y no la he oído quejarse en estos días tan duros para todos. Creo que este trabajo nunca dejara de existir, siempre habrán enfermos que cuidar y gente a quien ayudar.
Pero me pregunto si a mi me gusta tanto como a ella, y si seré capaz de hacerlo tan bien. No todos han tenido tanto trabajo, por desgracia muchos han perdido el suyo y hasta sus negocios. Las fabricas han cerrado, los bares, las tiendas...nadie ha salido a comprar, a viajar. España ya tenia muchos problemas con el paro ¿que pasara ahora?, es algo que también me preocupa mucho. Mi hermano lleva un año buscado empleo y no encuentra, y aun así mi madre lo puede mantener y dar todo lo que necesita. Pero veo que no es así en todas las familias, sin trabajo y sin sueldos, mucha gente va a pasar necesidad de todo, incluso de comida. El Gobierno promete ayudas a todos, pero no se si sera suficiente.
Aun así en estos dos meses,han habido personas que se han lanzado a ayudar a los demás: comprando a los ancianos que no podían salir,haciendo mascarillas para todos, ofreciendo sus negocios para los enfermos de convid, como hoteles y taxis. Todo el mundo parece mejor. Nos unimos desde nuestras ventanas cada día a las 20 horas para aludir en agradecimiento a policías, sanitarios, soldados,vendedores de supermercados.. todos aquellos que se arriesgan para que no nos falte de nada. Ojala dure todo esto cuando acabe la Pandemia, y nos acordemos de lo unidos que estuvimos y lo bien que funciono todo. Me hubiera encantado poder ayudar a los demás y ofrecerme,pero por mi edad no me han dejado salir de casa. Así que igual me apunto con mi madre a un voluntariado como Cruz roja , para cuando todo esto pase, poder hacer algo por los demás. Esta Pandemia ,por muy horrorosa que padezca, por muchos muertos que halla habido...ha servido para sacar lo bueno de la gente, me ha hecho sentir que no estamos solos. Y sobre todo, en mi familia, he sentido el amor que nos tenemos, lo mucho que nos echamos de menos. Nos ha unido mucho mas. Me he sentido protegido y muy querido.
El día a día de una familia confinada
Raúl Aucejo Pérez (2ºD)
14/04/2020
Mi madre es ATS, lo que todos conocemos como enfermera. En mi familia siempre hemos estado muy concienciados de lo peligrosa que era esta crisis y, desde el principio, decidimos que nos quedaríamos cada uno en nuestra casa y que renunciábamos a esos sábados y domingos de comidas familiares para que , cuando la cuarentena acabe, podamos reunirnos todos y disfrutar juntos de cada momento.
Hasta aquí todo normal. Desde el principio mis tías querían que me fuera con ellas a sus casas, ya que saben de las intensas y largas jornadas de trabajo de mi madre que salía a primera hora a su puesto de trabajo y había veces que no volvía hasta bien entrada la noche, y de lo peligrosas, ya que podía contagiarse y contagiarme a mí. Yo, al principio, me resistía a salir de mi casa, pero la tercera semana, para no estar todo el día solo en casa, hice mí bolsa y me trasladé a casa de mi tía, que vive a menos de 100 metros de nosotros. ¡Qué miedo pasé! Pensaba que estaba incumpliendo la cuarentena y que la policía me iba a detener. Mi madre había avisado a mi tía que iba y ésta, ya me esperaba con la puerta abierta por donde me colé rápidamente al interior de la casa.¡Uf! ¡Qué susto¡ A pesar de ser por una causa justificada, nos habíamos librado de una posible multa si me veía la policía.
Durante esta semana en casa de mi tía, no paro de pensar que, ¿en todas las casas se respetará tanto el confinamiento cómo lo hace mi familia entera? Cuando estaba solo en casa, yo no salía para nada. Hacía mis tareas diariamente, las que me enviaban los profesores del instituto, comía a mis horas, jugaba a la play, conversaciones por WhatsApp, … pero estaba todo el día solo.
Aquí, en casa de mis tíos, al principio pensaba que, al haber más gente, podría hacer cosas diferentes. La cosa no ha cambiado demasiado. Estos días he estado observando el comportamiento de todos los miembros de la familia. Todos somos iguales que antes de la cuarentena pero, ¡algo está cambiando!
Mi primo, que cuando yo era pequeño, jugaba conmigo me hacía rabiar y nos reíamos mucho, ahora está “tele trabajando” a jornada partida. Cuando termina, hace un poco de gimnasia en el patio y luego habla con su novia por skype y por la noche queda con sus amigos para hablar o jugar a algo por video conferencia. Vamos que, ¡nos vemos en la comida y la cena¡
Mi tío está toda la mañana viendo las noticias y con un delantal puesto desinfectando toda la cocina. Habla con la televisión y parece que discute y participa en todas las tertulias que hay en ella. Lleva en la mano un paño con lejía y va limpiando con él todas las superficies de la casa, si llevara un casco parecería que está en una guerra contra el coronavirus. Limpia interruptores, bancos de la cocina, picaportes de las puertas,… ¡Todo lo qué pilla! Igual un día de estos, nos pasa el paño con lejía a todos por la cabeza. Y, de esta cuarentena me quedaré con su frase preferida:” Raúl, ¿te has lavado las manos?”.
Mi tía sale a comprar un día a la semana y vuelve cansada y estresada, no por la compra en sí, sino por todo lo que conlleva salir a la calle estas circunstancias. Ponerse la mascarilla, los guantes, volver lo antes posible. Dice que cuando sale, ve a todos como enemigos y se miran como diciendo: “¡Dios mío, vamos a morir si seguimos saliendo! Hace la cola para entrar en el supermercado y cuando entra, dice que va echando productos al carro sin mirar, solo con la única idea de salir de alli lo antes posible, ya que la mascarilla y los guantes la ponen muy nerviosa. Lo que no sabe es que cuando llegue a casa la espera “el exterminador de gérmenes”, su marido, que le abre la puerta del patio para que no entre en casa y no toque nada, y detrás de ella le va diciendo: ¡Deja fuera la compra!¡No toques nada!¡Quítate los guantes!... ¡Ya te he preparado la ducha! Y va delante de ella abriéndole las puertas para que no toque ningún picaporte ni nada. Parece que sea una “apestada”. ¡Me imagino qué con la ducha caliente se relajará!
Entonces entra en acción mi tío, el exterminador, no nos deja tocar nada de la compra, se pone los guantes, llena el fregadero con agua y con lejía y empieza a sumergir todos los productos en el agua al menos 15 minutos. No se libra nada: botes, bandejas de carne, manzanas, calabacines, la piña, los plátanos, las patatas… Vamos en tres horas, ¡desinfecta todo!
Todas las mañanas, mi tía y yo, nos quedamos en el cuarto de estudio a trabajar, ella preparando tareas para sus alumnos , ya que es profesora de primaria, y yo, realizando mis tareas de clase.
Por las mañanas estoy con mi tía y durante las comidas estamos todos juntos. Por lo demás, parece que cada uno haga su confinamiento particular en un lugar diferente de la casa. Eso sí, todos sabemos que en la habitación de al lado, en el salón, en la cocina… hay alguien, que nos queremos y que, ¡Estamos bien! Esto pasará, y podremos estar todos juntos. Y recordaremos, con una sonrisa, todas las manías que tuvimos durante estos días de aislamiento y que, seguramente, mantendremos durante mucho, mucho tiempo. Incluso para toda la vida.
¡Raúl, ¿te has lavado las manos?!